EXPERIENCIA ESTÉTICA
“EL ENSAYO DE LA CEGUERA”
Creo que no nos quedamos ciegos,
creo que estamos ciegos,
ciegos que ven, ciegos, que viendo no ven[1].
Como bien lo manifiesta, Michèle Pètit, “la lectura puede ser a cualquier edad, un atajo privilegiado para elaborar o mantener un espacio propio, un espacio íntimo, privado. La lectura permite elaborar un espacio propio, es una habitación para uno mismo”.[2]
La noche sin darse cuenta, fue mi cómplice; esperaba a que todos estuviesen dormidos para escaparme, para huir de todo aquello que me impidiese encontrarlo; pero como siempre, él estaba allí, en mi mesa de noche, fiel a la cita.
Al fondo algo de música que ayudaba a que mi cita fuera más especial. Como algo mágico, me incitaba siempre a cogerlo a leerlo una y otra vez; y cada página, cada palabra, cada historia, cada personaje, me transportaba a su mundo; a su mundo de tinieblas, del cual yo hacía parte y sólo me veía aquella que lo podía hacer.
“Leer no nos separa del mundo. Nos introduce en él de manera diferente. Lo más íntimo tiene que ver con lo más universal y eso modifica la relación con los otros”,[3] por ello, mi relación fue tan estrecha con ellos, que ninguno se percató de mi presencia, pude entrar en sus mentes para conocer sus miedos, y descubrir los míos propios.
Este misterioso recorrido, me llevó a reflexionar sobre las “cuestiones del bien o el mal, sobre las cualidades admirables o antisociales, de acciones justificables o injustificables”[4] del ser humano cuando se ve enfrentado a todas aquellas situaciones que vivieron cada uno de los personajes de esta historia.
Cada situación vivida por cada uno de ellos, cada vejación generada por otros y cada reacción ante los hechos, me llevaron a enfrentarme con mis propios miedos: miedo a no ver lo que pasa por mi lado, miedo a no actuar cuando hay que hacerlo y sobre todo miedo a desconocerme.
El ser humano nunca sabe si está por encima del bien y del mal. Siempre busca razones para justificar sus actos y siempre busca cómo cuestionar los actos de los demás.
“Nuestros propios problemas y necesidades pueden llevarnos a centrar nuestra atención en aquellos personajes y situaciones a través de los cuales podemos alcanzar las satisfacciones, la visión equilibrada, o quizás meramente los motivos inequívocos no logrados en nuestras propias vidas”.[5]
Por eso, de cierta manera, siempre quise estar cerca de la que podía ver; sus ojos y los míos se dieron cuenta en medio de todo, de la esperanza que tenían algunos para mantenerse vivos y de cómo cada día, esperaban que sus ojos vieran de nuevo.
Pero eran tantas nuestras obligaciones, llevábamos tantas responsabilidades a cuestas que no eran nuestras, que por momentos sentíamos nuestros cuerpos desmayarse y caer, pero recogíamos nuevamente nuestro valor del piso y continuábamos allí, esperando que alguien cayera para levantarlo.
Pero ahora me golpea fuertemente un miedo en el alma y en la razón, que tenga el mismo problema de aquella mujer, y es que finalmente, un día, todos vean lo que yo una vez vi, y que yo ya no lo pueda hacer; y que para cuando esto suceda no sabré qué hacer.
“Toda vida, todo sentimiento, toda observación, toda visión, esos son los dominios de la literatura”[6] y estos, dan la oportunidad de poder interactuar con un personaje desconocido, con alguien que quien sabe si alguna vez conoceré.
El arte, la literatura, abre espacios de encuentro con nosotros mismos y eso es lo que debemos provocar en los alumnos, así como en la película “La Sociedad de los Poetas Muertos”, incitar a encontrar sus propias voces, atreverse a cambiar, mirar las cosas de un modo diferente, y no sólo esto, mirar el arte de dentro hacia fuera, no de fuera hacia dentro.
La gran responsabilidad y la “labor del maestro de literatura es propiciar interacciones fructíferas o, más precisamente, transacciones entre los lectores individuales y las obras literarias individuales”.[7]
Finalmente, la obra literaria nos permite inmiscuirnos, nos permite identificarnos y nos permite dar vida a la obra, porque se puede tratar de nuestra propia vida.
LUISA FERNANDA GALLEGO ZULUAGA
Estética y Literatura
Centro Regional Caldas
[1] SARAMAGO, José. El Ensayo de la Ceguera. Santillana Ediciones Generales, S.L. Madrid, 1995. p. 329.
[2] PÈTIT, Michèle. Lectura Literaria y Construcción del Sí Mismo. p. 43.
[3] Ibíd.
[4] EL DESAFIO DE LA LITERATURA. Capítulo I.
[5] LA EXPERIENCIA LITERARIA. Capitulo II.
[6] EL DESAFÍO DE LA LITERATURA. Capítulo I. Citando a Henry James.
[7] LA EXPERIENCIA LITERARIA. Capítulo II.
TEXTOS PUBLICADOS
¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?
FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS DESEANTES?
sábado, 21 de marzo de 2009
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