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¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?

¿SON NUESTROS CUERPOS REPRIMIDOS DE UNA EPOCA?

FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS DESEANTES?

FORMA DESEADA, DESEAMOS Y SOMOS CUERPOS DESEANTES?

lunes, 31 de agosto de 2009

PRIMER TRABAJO

¿Qué puede hacer la escuela para la promoción del libro y la literatura?

Se desarrollan, en ese sentido, algunas cuestiones: cuando se utiliza el cumplimiento de pautas programáticas condicionando las propuestas lectoras; o como puede suceder cuando, al momento de intentar realizar algunos cambios, no esté claro cómo encarar esta cuestión, cómo seleccionar el material, si es que hay que seleccionar. Se propone con énfasis que "hay que dar de leer", que los profesores y bibliotecarios deben y pueden oficiar como "mediadores" entre el libro, la literatura y los niños y jóvenes.
Se destaca la cuestión de que justamente ese rol mediador hace que el centro de la atención sean los libros, la gran cantidad de literatura que puede ser ofrecida sin prejuicios, sin otra finalidad posterior que no sea que los niños y jóvenes se acerquen a los libros y a la literatura, que lean por el gusto de leer, de conocer las historias que les brindan los cuentos o novelas, que se deleiten o se emocionen con el poema. Llega el momento de responder a la pregunta formulada al principio: ¿Qué puede hacer la escuela para la promoción del libro y la literatura? Se plantea entonces, en principio, la necesidad de reflexionar sobre esto, si realmente en la escuela, en la biblioteca, estamos haciendo algo, con esta perspectiva y no con un fin utilitario, sino solamente para que niños y jóvenes lean literatura. Por lo tanto, debemos reforzar nuestro rol de promotores del libro y la lectura"
El psicoanalista Bruno Bettelheim decía que para sentir muchas ganas de leer un niño no necesitaba saber que la lectura le serviría más adelante." "Debe estar convencido de que ésta le abrirá todo un mundo de experiencias maravillosas, disipará su ignorancia, lo ayudará a comprender el mundo y a dominar su destino. Según él, debe sentir que en la literatura hay un 'arte mágico', capaz de ofrecerle un poder misterioso."
Si pensamos en aquellas lecturas que nos han transportado a países exóticos o con las cuales hemos compartido las aventuras del héroe o la heroína, podemos convenir en que esa magia existe en los libros y se la podemos acercar a los niños y jóvenes. Ahora bien, si pensamos en nuestras clases de literatura, así como en el repertorio que ofrecemos a nuestros alumnos, ¿estamos seguros de poder decir que les estamos abriendo una puerta al mundo mágico y misterioso que habita en las páginas de los libros? Aún más, ¿podríamos afirmar que les despertaríamos el gusto por la lectura de novelas, cuentos y poesías, al punto que se convertirán en lectores de textos literarios?
El libro, por lo tanto, continúa siendo valioso, para acercar a todos, niños, jóvenes y adultos, en cualquier lugar del mundo, a la lectura de literatura. Es aquella obra que ha sido realizada con un fin estético, y que, cualquiera sea el género o la forma en que se presente, sea un cuento, novela o poema, su autor habrá utilizado el lenguaje poético y tenderá a producir, en quien la lea, el tipo de emoción que otra clase de obra no podría suscitar.
Michèle Petit habla de los "mediadores" entre los libros y los jóvenes, de los profesores que han hecho gustar de la literatura aún a los alumnos más reacios. Para destacar luego lo que ella misma, desde su rol de investigadora ha observado: la importancia de la tarea del bibliotecario que tiene una actitud y un accionar concreto para "ofrecer literatura".
Dice Petit: "No es la biblioteca o la escuela la que despierta el gusto por leer, por aprender, imaginar, descubrir. Es un maestro, un bibliotecario, que, llevado por su pasión, y por su deseo de compartirla, la transmite en una relación individualizada".
Y aquí es importante el inicio, pero también lo es, el acompañamiento en el recorrido; como diría la autora, no sólo "traspasar el umbral", sino que se pueda seguir avanzando. Y no es fácil, requiere dejar de lado, nuestros propios prejuicios, nuestras representaciones de lo que podemos o no podemos hacer, que no son más, en muchos casos, que las limitaciones que nosotros mismos nos ponemos.
¿Qué deberíamos hacer, entonces? Simplemente "dar de leer”
LINA ANDREA CHICA GUTIERREZ
REGIONAL ANTIOQUIA

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